Familia de pescadores en el rio Duero portugués
cién años antes que el covid-19 nos visitara.
(Hermosa fotografía del fondo del Museo de vinos del Duero. Regua)
(Para
los que solo entienden de fútbol). Hacía
ya dos semanas que había empezado el partido de Italia contra el
coronavirus, (31 de enero primer caso. Virus 1-Italia 0); nosotros éramos uno
de los siguientes en enfrentarnos a él; teníamos
una vaga idea de cómo jugaba; entraba
unas veces en plancha, otras directamente al tobillo, escupían a la cara al
árbitro y además, el enemigo podía salir
al campo con los jugadores que quisiera. Nos tocó enfrentarnos a él en febrero,
(El día 13 en Valencia nos metió el primer gol cuando ya a Italia la tenía
contra las cuerdas). Nosotros sin embargo salimos en zapatillas y sin defensas,
y para colmo el colegiado que es el que nos podía defender, sin mascarilla para
que le llenaran la cara de “lapos”. (Es que los de la tauromaquia somos muy
violentos). Pues nada, a 26 de abril ya vamos perdiendo por (22.902 a 0), y eso que el que maneja el contador de
resultados va a favor.
Ayer
por fin y después de haber perdido el proyectil toda su energía en el ascenso,
empieza la caída, hecho lógico en la física. Los vendedores de humo sin
embargo, presumen de estar doblegando la curva. ¿Son felices? No, hasta que no
acaben. Ayer volvió a aparecer el membrillo del prime time para decirnos que el
día 2 de mayo ya va a poder salir la gente: A pasear, a correr, a hacer 200
abdominales si nos apetece, pero a trabajar no; porque pueden pensar que aun podríamos
tener salvación.
Ahora
solo falta doblegar al irreductible ibérico, que ya casi lo tienen. Lo primero fue
enfrentar a todo el mundo primordialmente unos vecinos contra otros, porque los
otros, son los culpables de lo que a uno le pase. Goebbels esto lo bordaba. Solo
falta marcar las puertas con aquí vive un judío. Comenzaron
denunciando a los que salían con el perro más de tres veces sin interesarse si
el cánido padecía cistitis. El día 20 en
la vecina Santa Marta, por ejemplo, cuando un matrimonio volvía por la noche de
su trabajo del centro de atención a personas con discapacidad psíquicas, (CAMP);
fue increpado desde las ventanas por un grupo de vecinos. La simiente parece que ha agarrado. Anteayer en la vecina Zamora, una mujer que
paseaba por su terraza, y otra persona que estaba en otro balcón, fueron
alcanzadas por los disparos con una escopeta de perdigones realizados por un
septuagenario desde un edificio de enfrente. Ya lo vamos entendiendo. Ahora avisaremos a la policía tanto, cuando veamos que alguien saca a los cuatro hijos juntos, como si los saca de dos en
dos. Cuando nuestro
enemigo por tanto el que nos mata creamos que es nuestro vecino, es que ya casi nos tienen doblegados.
Hay que aguantar que casi los tenemos, dirán. No los test para saber si la gran mayoría de los
españoles ha tenido ya contacto con el virus y con lo cual no queda mas remedio
que la curva vaya hacia abajo y se pueda empezar a trabajar; no; hay que
aguantar que ya queda poco. Ya queda poco para que la mayoría de la gente, su
única supervivencia sea la de depender de la limosna del poder. Cuando esto se
haya conseguido; entonces es cuando: Ya nos tendrán doblegados. (Pues nada, a seguir viendo el fútbol).
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