domingo, 7 de enero de 2024

PÓNGALE USTED EL TÍTULO

No está en tierras americanas, no. Es el monumento frente al convento de los PP. Dominicos de Salamanca, ciudad en cuya universidad enseñó y educó Francisco de Vitoria. (Por lo que se ve, no a todos). Foto Salamanca al día --- No creo que adelante nada con lo que va a continuación, sobre todo, para los que no tienen por costumbre hacerse preguntas, sino tragar sin respirar todo lo que les llega vía televisión y demás. En España, este pasado año 2020, mientras gran parte del gobierno peninsular se dedicaba a decir todo tipo de sandeces respecto al “genocidio”, que según ellos había cometido la corona española en América, allá en la ciudad de Zamora, (México), concretamente, en el Colegio de Michoacán, (Centro de Estudios Históricos), Don Jairo Antonio Melo Flórez, presentaba su tesis para obtener el doctorado en Historia con el título: LA CARA OCULTA DE LA JUSTICIA, (el perdón y la justicia en el gobierno de la monarquía hispánica en el virreinato del Nuevo Reino de Granada, 1739-1808). (Época en la que estuvo de gobernador nuestro paisano Don Francisco Silvestre en este virreinato). Son interesantísimas 490 páginas que obligaría a leer, (hasta desasnar), tanto al presidente de la España actual, como al de la nación hermana mejicana. Como verán, no he podido por menos que colocar este pequeño extracto de la misma, a veces literal. EL PERDÓN PARA LOS INDIOS.- Durante el régimen monárquico, se configuró un estado de tutela especial para los nativos americanos, en el cual se combinaron tres estados jurídicos: El rústico, el de persona miserable, (de miseria, pobre) y el de minoridad (minoría de edad). La condición de rústico implicaba que los indígenas se hallaban excluidos de un derecho propio, en este sentido, se entendía que sus acciones se guiaban por sus costumbres, ajenas a la norma positiva. La condición de miserables, (pobres), los convertía en necesitados de amparo especial, específicamente, de la protección de los misioneros y ministros de justicia, encabezados por el mismo monarca. Con respecto a la minoridad, (minoría de edad), esta se entendía como una limitación de la razón humana, por lo que en general se consideraba que los indígenas no tenían la suficiente capacidad para discernir entre lo bueno y lo malo, lo sacro y lo blasfemo, la obediencia y el desorden. Había en esta categorización una pre-concepción del indígena como débil y pusilánime, que debía por lo tanto, ser protegido de los españoles que trataran de abusar de ellos. Es en 1493, cuando el papa Alejandro VI en la Bula Inter caetera hace donación a los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, del dominio legítimo sobre los habitantes de las indias, a cambio de encargarse de su protección y evangelización. Esto quedó más tarde sintetizado en otros dos pronunciamientos, uno del papa Pío V con Felipe II y otro de Urbano VIII con Felipe IV en 1639 en la cual se decía que: “Los indios son personas miserables (pobres) y de tan débil natural, que fácilmente se hallan molestados y oprimidos, y nuestra voluntad es, que no padezcan vejaciones y tengan el remedio y amparo conveniente por cuantas vías sea posible”, prohibiendo además bajo excomunión su esclavitud. Es verdad que con el tiempo se planteó la idea que tal vez en algún momento, los naturales podrían igualarse a los demás vasallos del Rey y con ello, librarse del tutelaje. Por tanto se propuso más adelante, que para establecer un buen gobierno económico, era necesario “reducir”(convencer) a los indios a la vida civil, tratarlos con benignidad y con dulzura; animarlos a la industria y por este camino hacer de ellos vasallos útiles y españoles. (Espero sirva de algo). --- Cosa a parte, es un caso similar al que hoy tenemos en España, (2023). Esto sucede en la época en la que Don Francisco Silvestre ejerció de gobernador en Nueva Granada. El hecho tuvo que ver con un “indulto” que el virrey otorgó a unos golpistas por un movimiento de insubordinación promovido por Inglaterra, como no. En un momento en el que la balanza estaba vacilando entre la espada y la clemencia, se optó por la clemencia y claro, después del perdón llega la calma pero no la reconciliación. Decía Don Francisco que había sido “el premio a la impunidad”. Faltaron poco más de veinte años para que la historia diera la razón a nuestro paisano. La desmembración de los virreinatos. La independencia deseo, de todo corazón, que un día la consigan.