Cabras rapaces. Especie extinta en Masueco
Últimamente
parece que todo el mundo había predicho la llegada de esta pandemia. ¿Todos? Bueno,
una start-tup canadiense Blue Dot´s con ayuda de lo que llaman inteligencia
artificial, y con un algoritmo por ellos desarrollado, ya sabían que estaba
aquí. Al parecer, solo fue cuestión de analizar en las conversaciones
telefónicas expresiones como: No me encuentro bien; estoy enfermo; algo me
pasa; aquí diríamos “toy chungo”, “toy valdao”, toy eslomao, mandao
una paliza.. Bueno, pues con esta base de “datos” y una secreta combinación de operaciones matemáticas, habrían
llegado a esa predicción el 31 de diciembre de 2019, diez días antes que lo
hiciera la OMS; simplemente analizando los “datos” que recopilaban en la zona de Wuhan.
O como
un taxista amigo mío que currela en la capital del mundo: Bilbao. Si la segunda
quincena de febrero le hubieran analizado las conversaciones con su señora al
llegar a casa, una simple suma habría
bastado; literal: No se qué coj…. pasa. Llevo toda la semana, venga a llevar gente a
Cruces. O a los cinco días: Joder que dolor de garganta tengo, y además
con 37º y pico.
También
en Barcelona otra start-tup, Mediktor, con otro algoritmo y a partir de una
serie de “datos” recopilados a
través de algunas preguntas, es capaz de deducir si el encuestado padece o no
el Covid-19. Mas avanzado es lo anunciado días pasados por Osakidetza, que es como llaman los que beben txakolin a su sistema de salud. (Investigadores
en Cambridge ya habían publicado algo parecido el mes pasado). Ambos sistemas
analizan los “rastros” vocales que
los infestados emiten al hablar. Ya mi médico de cabecera en la infancia, D.
José Santiago Mirat me colocaba un fonendo, (para los niños actuales un
auricular sin cables ni pilas); y una vez en pecho y otra en espalda; al esperado: Vamos
chico, di treinta y tres. Treinta y
tres. Pues solo con esos “datos”,
echaba un rato de proceso no aritmético y decía: Chaval, de esto no te mueres; y mira, seis décadas después aun
tiene razón.
Todavía
vive en Bogajo, José Luis, (pastor de cabras después de estudiar magisterio,
“Pastor ilustrado”), que utilizaba un método parecido y menos sofisticado con
el que evitar, que ningún animalito de estos le pariera en el campo; (con lo
que engorra el estar luego todo el día cargado con el cabritillo). Todas las
mañanas al llegar a la nave, iba llamando por su nombre a cada una de las
hembras parideras; pues solo procesando el bbeeee…. de sus respuestas, era
capaz de aseverar cual paría ese día y cual no. El porcentaje de aciertos les
aseguro, era infinitamente superior al de los test comprados a China. Se
admiten apuestas.
Ayer
otra vez sesión de almíbar presidencial en televisión para decirme que sigo “confitado”
¿Con estos membrillos que puede salir bien? Ni “pa” mermelada.
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