En el siglo pasado y en la mayoría de los pueblos donde existían tierras comunales, todos los vecinos por el hecho de serlo, tenían participación del beneficio de las mismas.
Monte con su leña para las necesidades propias y del ganado; tierra de cereal que los que no eran labradores cedían a otros para que las trabajaran a cambio de un porcentaje de grano.
Unos y otros, (los que no horneaban en casa), llevaban el trigo o harina a la panadería, que una vez pesado y realizado el computo, le era cambiado por vales canjeables por panes.
Seguramente vestigios del antiguo trueque, tan denostado por los acuñadores de moneda. (Léase los gobiernos todos). Donde no se puede rascar, no hay interés..
Para muestra, estos de la panadería de la familia del Río, que estuvo funcionando hasta el pasado año. Otra industria para la historia y el recuerdo de Masueco de
Delfi. Los industriales de Masueco, tan duchos en su negocio que dieron papas con honda al gobierno. Creo que si los dejaramos mejor irían las cosas, pues saben sacar del agua petroleo.
ResponderEliminar¡Lástima de negovio que después de tantos años no se pueda sustentar y haya desaparecido!. Todo se da por bien empleado pues sus hijos han progresado en el estudio y son todos unos informáticos. Pero... da pena pensar que el negovio se remontaba a tres generaciones. El de Salamanca va por la cuarta que es el hijo de Juan
Recuerdo ahora lo del cartel que tenía en la panadería: "Mas barato iría el pan,si no lo comiera tanto lagumán".
ResponderEliminarEs que la sabiduría popular tiene salida para todo.
Un abrazo Delfina.Angel