miércoles, 3 de junio de 2020

LA PITONISA DE LA BODEGA

Del ensayo: La cuerda locura de Torres Villarroel en su vida
¿Clarividencia, adivinación, astrología, matemáticas?

La pitonisa de la bodega. La diferencia entre “creer”, que sería tener algo por verosímil o probable;  y la “fe”, confianza o buen concepto que se tiene de algo, o de alguien aunque no lo  veamos, en cuatro días está  hecho.
Durante estos días de “confitamiento” mientras unos hacían marcha de pasillo, levantamiento de cerveza, bollería o panadería y tres veces al día pasear al perro; a uno le dio sin embargo por prácticas de videncia, en mi caso clarividencia, y adivinación.
Primero fue el origen del “bicho”; si no pretendía acabar con todos nosotros e iba reduciendo su malignidad temporalmente, no cabría duda que era totalmente natural como así ha sido. La fecha adivinada hace tres semanas de que el 31 de mayo no habría ni un solo ingreso en Salamanca por la covid19 era verosímil. Sin embargo siguen falleciendo pacientes que fueron atacados en la primera envestida del virus; aunque el tal Simón lleva unos días sin apuntarlos seguramente para darme la razón, o para desviar la atención. A nivel nacional, también verosímil fue la elección del estado de alarma y clarividente sus infinitas prórrogas, (que no se utilizó en ninguna parte de Europa para controlar la epidemia, sino estados de emergencia sanitaria). Por cierto, en el parlamento europeo se ha estudiado este hecho.(Me da que andan un poco perdidos; ya se enterarán). En Alemania por ejemplo no hubo confinamiento sino medidas de contención. (Hasta el tribunal constitucional alemán entró en el asunto para evitar que se aplicara un estado parecido al de alarma; es lo que tienen las democracias). En la cuarentena se les permitía salir a hacer deporte solos o con sus convivientes, preferiblemente en parques y jardines espaciados. (Como aquí el salir al campo hace 102 años).
El gran Confucio nos explicó que es de necios mirar el dedo cuando el sabio nos señala algo importante. De este modo ayer por ejemplo me dijo alguna ministra, que los dueños de los bares estarán obligados a darme gratis un vaso de agua del grifo si yo se lo pedía; a mí siempre me lo han dado de buena gana y gratis, pero las gracias, (de gratis) se las daba yo al camarero; ahora más de uno se las dará a la “señora menistra”. También de este modo tengo la camisa llena de mocos de tanto toser en el brazo durante sesenta días; mientras ahora sin embargo, cuando la virulencia del virus es menor, vemos abuelitos sentados al sol en la puerta de su casa con la mascarilla puesta, que adivino no se la quitarán hasta que el membrillo del “prime time” no se lo diga en otro telediario. (Advertencia: Es mentira que sea obligatorio para que les paguen la pensión).
Que los toros quizás se supriman en las fiestas; pero no tendrá que ver con el coronavirus sino con otro tipo de virus que no tiene que ver con el animalismo sino con la intolerancia. Si a mí no me gusta, se suprime. A ningún taurino le he oído yo prohibir a los veganos el que coman berzas. Ninguna pandemia ha cambiado nunca nuestras vidas; ni la terrible gripe de 1918, con sus más de 150.000 españoles muertos, cuando España contaba con unos 20 millones de habitantes. Ni siquiera las plagas de piojos nos la cambiaron; cuando los había, rociada de petróleo en la cabeza, cuando no los había, niños a jugar juntos. Y el resto ya se sabe; a los amigos abrazos, a los otros, puentes de plata. El refranero tiene para todos.
Lo de estas “salidas de pata de banco” en interior y justicia de estos días viendo la que les espera, era una cosa verosímil que no tiene nada que ver con la adivinación. Ya lo afirmó el amigo de Delcy antes de la pandemia con su “He venido para quedarme”. Él y todos. Y para eso solo tienen una salida en estos momentos: la huida hacia adelante. A esperar.

PD. Debido a que he atesorado muchas cervezas ganadas con los sucesivos estados de alarma abusando de los poderes de la pitonisa de la bodega; se suspenden las apuestas. Sean felices.


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