lunes, 7 de enero de 2019

A la tercera va la vencida. La Junta de las Caballerías

Mulo con arado en Masueco de la Ribera. El otro hacedor de las Arribes.

La Junta de las Caballerías. Transporte 1.0
Mucho antes que se inventaran los sistemas antirrobo para los modernos elementos de transporte, (léase automóviles y demás), basados en códigos evolutivos; los habitantes de Masueco, y antes que cualquier otro pueblo de la Ribera del Duero, (de lo que estaban muy orgullosos), ya tenían organizados sus grupos de vigilancia para las caballerías. Era muy frecuente por su extraordinario valor, encontrar notas en prensa anunciando la desaparición de estos animales aportando datos del mismo, bien sustraídos en los prados de pasto como en las cuadras dentro del casco urbano. El Popular, año 1930 “Extravío: El 29 de junio último, ha desaparecido de un prado un mulo de siete  años, cerrado, pelo castaño- negro, 6 y 1/2 cuartas, esquilado, con una muezca en la ingle izquierda. Su dueño V…. A….de Masueco de la Ribera gratificará.” A veces en el caso de robo, lo hacían también con sus accesorios como en septiembre de 1933 le desaparecieron a cuatro vecinos de Masueco, otras tantas caballerías con dos apeas, una de material y otra de hierro, que aparecieron días después en Santiz y por lo que fueron juzgadas dos personas ya con varios antecedentes.
Del mismo modo, mucho antes que los futbolistas y las actrices de élite asegurasen sus valiosas piernas, los habitantes de este pueblo de la ribera, organizaron “La junta de las caballerías”; un sistema de seguro voluntario y con coste proporcional a su caballería, para que sus habitantes en caso de pérdida de esta por accidente o por enfermedad, no se vieran en la imposibilidad de continuar con sus labores agrarias. Cada dueño de asno, (en el momento que algún socio tenía un percance con su caballería), aportaba una cantidad dependiendo de la valoración que este hubiera hecho del mismo. De este modo, y proporcionalmente a esta aportación, el asegurado recuperaba un dinero para que pudiera comprar otro animal similar.
El valor en el mercado de segunda mano, y no solo el monetario de una caballería en aquellos tiempos, se puede observar echando un vistazo a los informativos de la época. (El Adelanto 1934): Nota del “Batallón de zapadores y minadores nº7: El día 7 de agosto próximo, a las once horas, tendrá lugar en las oficinas de dicho batallón, la venta en pública subasta de un mulo de desecho del mismo, siendo el importe de este anuncio de cuenta del adjudicatario…..”
Como elemento de transporte todoterreno, era material de requiso obligado en tiempo de guerra, por ejemplo. En Salamanca, en El Adelanto del (9 de octubre de 1936), sale publicado en primera página, un edicto por parte de la comisión de requisa de ganado mular, bastes y atalajes de la provincia de Salamanca en el que: “Se requiere a todos los dueños de  ganado mular de Salamanca capital y su partido judicial, para que en el día de mañana, 10 a las diez horas, presenten sin excusa la totalidad del ganado que posean en el cuartel de caballería de Salamanca, a fin de ser requisados por esta comisión. Los que posean bridón o baste de los empleados en el país, están obligados…..”
Tal valor llegaron a tener estos animales en tiempo de conflicto, (siglo X), que para contener la invasión musulmana, el conde de Castilla García Fernández (cuya efigie aparece en un medallón en pabellón de San Martín de la plaza mayor  de Salamanca); en las ordenanzas de los caballeros villanos de Castrojeriz dictó que: Aquellos campesinos que dispusieran de un caballo para la guerra,  serían equiparados automáticamente con los nobles de segunda clase. Aquí no querían tanto; con que valiesen para arar y cargar, ya tenían bastante.

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