Salida de la prueba BTT de 2018
Todavía es posible ver en algunas
callejas, (la de la foto concretamente en la bajada a la zona conocida como “La
resbala”), un espacio en las paredes de
piedra con forma de semicírculo, que el propietario de la finca,
voluntariamente perdía a favor del camino. Esto no existe porque antiguamente
hubiera plantado en tal lugar un árbol como sucede a veces en las ciudades,
sino para que estas pozas de no mas de medio metro de profundidad, se llenasen
de agua cuando esta corría por las callejas. Estas estaban situadas como se
puede apreciar, en la vertiente mas baja del camino que es por donde discurría
el agua. Existen en el pueblo en casi todas las callejas con cierta
inclinación.
Lagareta para recoger agua en una calleja
El agua de estos pequeños e
imperfectos aljibes, venía muy bien al lugareño para cosas tan simples como
lavarse las manos, beber el mulo, regar alguna estaca, etc. Por otra parte,
cuando este receptáculo se colmataba de tierra, el lugareño la vaciaba, y
echaba sobre la parte alta de la ladera del olivar, como compensación del
desplazamiento del terreno fértil que se producía al labrar el terreno. Vulgar
erosión. Hoy como sucede con las pesqueras que existen en las aceñas a lo largo
del río Uces, no tienen otro oficio que llenarse de arena. Lo que sucede es que
estas últimas vacías de arena, (o sea, llenas de agua), se convertirían en una
reserva de vida para los peces durante el otoño. Pero claro, con la Junta y los
ecologistas hemos topado.
Como la cascada de los Humos es
insalvable para el remonte de los peces, los únicos lugares donde estos podían
llegar a la edad de desove en años secos, eran las pesqueras y pocas pozas que
el río tiene de forma natural aguas arriba.
Todo esto viene porque, uno
de los miles de cánones, impuestos, tasas, etc. que el ayuntamiento tiene que
pagar a la JCyL en forma de dinero, para organizar cualquier prueba de BTT como
la realizada días atrás, tiene que ver con la “tal erosión”. Como se ve, contra
esta tasa de erosión, el arribeño luchaba construyendo paredones, acarreando
hacia el alto del olivar o viñedo la tierra arrastrada como consecuencia de las
labores, o bien como en este caso, la arrastrada por el agua desde lugares mas
altos a lo largo de los caminos, y recogida en tales lagaretas. Pero esto se ve
que es cosa de hace tiempo.
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