lunes, 14 de mayo de 2018

A LA TERCERA VA LA VENCIDA. La tasa de erosión

Salida de la prueba BTT de 2018


Todavía es posible ver en algunas callejas, (la de la foto concretamente en la bajada a la zona conocida como “La resbala”), un  espacio en las paredes de piedra con forma de semicírculo, que el propietario de la finca, voluntariamente perdía a favor del camino. Esto no existe porque antiguamente hubiera plantado en tal lugar un árbol como sucede a veces en las ciudades, sino para que estas pozas de no mas de medio metro de profundidad, se llenasen de agua cuando esta corría por las callejas. Estas estaban situadas como se puede apreciar, en la vertiente mas baja del camino que es por donde discurría el agua. Existen en el pueblo en casi todas las callejas con cierta inclinación.
Lagareta para recoger agua en una calleja

El agua de estos pequeños e imperfectos aljibes, venía muy bien al lugareño para cosas tan simples como lavarse las manos, beber el mulo, regar alguna estaca, etc. Por otra parte, cuando este receptáculo se colmataba de tierra, el lugareño la vaciaba, y echaba sobre la parte alta de la ladera del olivar, como compensación del desplazamiento del terreno fértil que se producía al labrar el terreno. Vulgar erosión. Hoy como sucede con las pesqueras que existen en las aceñas a lo largo del río Uces, no tienen otro oficio que llenarse de arena. Lo que sucede es que estas últimas vacías de arena, (o sea, llenas de agua), se convertirían en una reserva de vida para los peces durante el otoño. Pero claro, con la Junta y los ecologistas hemos topado.

Como la cascada de los Humos es insalvable para el remonte de los peces, los únicos lugares donde estos podían llegar a la edad de desove en años secos, eran las pesqueras y pocas pozas que el río tiene de forma natural aguas arriba.

Todo esto viene porque, uno de los miles de cánones, impuestos, tasas, etc. que el ayuntamiento tiene que pagar a la JCyL en forma de dinero, para organizar cualquier prueba de BTT como la realizada días atrás, tiene que ver con la “tal erosión”. Como se ve, contra esta tasa de erosión, el arribeño luchaba construyendo paredones, acarreando hacia el alto del olivar o viñedo la tierra arrastrada como consecuencia de las labores, o bien como en este caso, la arrastrada por el agua desde lugares mas altos a lo largo de los caminos, y recogida en tales lagaretas. Pero esto se ve que es cosa de hace tiempo.


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